Por Camilo Escalona, senador por la Región de Los Lagos
El cáncer que  hoy tiene la regionalización es el sistema actual de designación de  los consejeros regionales y sus consecuencias, especialmente en un ámbito  que es esencial desde el punto de vista de la legitimidad de la acción  de los consejos regionales, cual es, ni más ni menos, que el de la  aprobación de los presupuestos.                 
Creo que esta  es una falencia de la cual el Parlamento democrático es enteramente  responsable, debido a que esta ley de regionalización se estableció  después del año 90 y, por lo tanto, todas las fuerzas políticas están  involucradas.                 
El hecho de que  la cantidad de consejeros regionales sea mínima, mas bien,  escasa;  que su elección se haga por provincia determina que con muy pocos votos  cuatro o cinco concejales eligen un consejero regional, y este, con  ese escaso nivel de representación y de respaldo, va a participar en  la determinación de proyectos de una enorme envergadura.                  
Y todos sabemos  lo que ocurrió en la última elección. Y seamos claros este nuevo  Sistema de Gobierno y Administración Regional se reactivó  después  de un largo tiempo de estar detenido, precisamente por el espectáculo  que al conjunto de las fuerzas políticas impactó y avergonzó, al   observar clarísimos negociados, prácticas bochornosas, en la elección  de los consejeros regionales, incluso dándose cifras en los medios  de comunicación respecto de cuánto era el valor de conseguirse un  voto para elegir un consejero. En algunos medios se habló de 3 millones;  en otros, de 5 millones.                     
Y eso posiblemente  tiene que ver con el hecho de que en Regiones donde la Concertación  era minoría quedó en mayoría, y en Regiones donde la Concertación  era mayoría quedó en minoría. Es decir, este fue un fenómeno que  de manera dolorosa, creo yo, afectó al conjunto de las fuerzas políticas  del país, con otra implicancia: que se ha establecido, creo yo, de  manera perversa, en la práctica de un conjunto de Consejos Regionales,  cual es el hecho que el intendente de la Región respectiva pacta con  el consejo una determinada cantidad de recursos -30 millones, 40, 50  millones- que son de disponibilidad de los consejeros para que ellos  los repartan dentro de su clientela.                    
Y entonces tenemos  el espectáculo, lamentable, que el presupuesto de la Región se dilapida  en centenares de pequeños proyectos -de arreglo de una junta de vecinos,  de mejoramiento de un paradero de buses, tapar una anomalía en una  calle- que no tiene directa relación con los grandes temas urbanos  de todas las Regiones.                     
Es decir -digámoslo  derechamente-, se ha establecido una práctica triste y lamentable,  de tráfico con los recursos con los cuales los consejeros garantizan  que aquellos concejales que le dieron su voto en la elección anterior  se lo van a volver a dar en la que viene. Y el despilfarro de los recursos  regionales, porque esos recursos no tienen que ver con los grandes proyectos  de la Región, sino que tienen que ver, simplemente, con estas prácticas  anómalas.                     
Entonces, yo debo  decirle que esta regionalización de hoy en el país no tiene la legitimidad  que tendría para dar pasos superiores en la medida en que este sistema  se mantenga y no seamos capaces de modificarlo. Porque esto es lo que  le quita completa legitimidad al actual ejercicio de los Consejos Regionales:  el manejo oscuro y opaco de los recursos; su dirección en perspectivas  completamente secundarias o terciarias; la imposibilidad de que los  Gobiernos Regionales aprueben recursos que tengan impacto sobre el conjunto  de la Región, porque la práctica de determinación de los recursos  tiene este otro sentido. Y, por lo tanto, lógicamente la ciudadanía  no está sacando el debido provecho y lección positiva de lo que es  el proceso de regionalización.              
Entonces, si no  se cambia este sistema de elección de los consejeros por una elección  directa que permita que las personas sean conocidas y, en segundo lugar,  siendo conocidas, den cuenta de lo que están haciendo en su cargo de  consejeros esto no tiene solución. O sea, si las personas no son conocidas  y hacen mal uso de los recursos, no hay ninguna sanción pública. Y  las prácticas se perpetúan, estas malas prácticas.                    
Por lo tanto, soy un convencido de que unas prácticas transparentes, renovadas, de ejercicio del uso de los recursos como corresponde en las Regiones va a posibilitar nuevos avances en el proceso de regionalización. Y para eso se necesita la elección directa de los Consejeros Regionales; personas que sean conocidas, que se sepa quiénes son y que, en consecuencia, respondan ante los ciudadanos y los ciudadanas por las decisiones que toman en el uso de los recursos; por lo tanto, que den cuenta social y que eso garantice la legitimidad de las decisiones que se adopten.
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